miércoles, 18 de noviembre de 2009

Una película, una escuela, una ficción

Los actores principales (los excelentes Diego Jalfen y María Villar) y la larga fila de extras Foto: Gentileza Centro Cultural Rojas

Ciclo Intervenciones

Historia previa I: el anterior trabajo del Intervenciones, ciclo que organiza el Centro Cultural Rojas y que apuesta a la intervención de espacios públicos o privados, fue Interiores . En él, Mariano Pensotti y su equipo coparon un edificio de Once en el que los espectadores se movían por los distintos pisos en donde transcurría la acción.

Historia previa II: el anterior trabajo de Gerardo Naumann se llamó Emily . Tenía lugar en un local de venta de amoblamientos para baños y cocinas ubicada en Lanús. En medio de ese extraño contexto, se contaba una historia.

Resultante: ahora es Gerardo Naumann el que se hizo cargo de una nueva propuesta para el ciclo Intervenciones. El trabajo se llama Una obra útil y toma vida todas las noches de los sábados en una escuela de Palermo. A priori, la simple propuesta de recorrer un colegio de noche mientras se espera que comience la función es un terremoto de memoria emotiva. Sin embargo, Naumann no usa ese tremendo potencial. Su propuesta podría suceder en otro lugar y esa característica, para un proyecto de intervención, es llamativo.

El director cuenta en primera persona su idea de filmar una película. En principio, no sabe cómo hacerla. Tiempo después, se topó en la calle con un cartonero que estaba leyendo un diario íntimo (aquel mismo material que Carla Crespo y Tatiana Shapir explotaron al máximo en Re-genias ). Se lo compró por unos pocos pesos y comenzó a leerlo. La protagonista es una tal Karina, uruguaya. Karina está enamorada de Luis (o supo estarlo) y Gerardo se enamoró de la historia. Es más, piensa hacer una película con ella, pero, hasta el momento, no lo logró. Lo que sí hace todos los sábados es contar la prehistoria de esa historia para la cual el director de ese particular entramado investiga locaciones, saca la cámara a la calle, prueba escenas con los extras, comparte el trabajo de campo previo e instala la ficción en el mismo salón de actos de la Escuela Juan Crisóstomo Lafinur.

La historia de Karina tiene momentos iluminados, desoladores y misteriosos. Tiene la contundencia de lo real en un relato que parte del diálogo íntimo de la protagonista consigo misma que Naumann articula con su posterior representación para el film y la puesta en escena de esos distintos niveles. El resultado de ese juego de espejos es como la misma vida de Karina en los cuales los momentos más iluminados dan paso a los más desoladores y misteriosos. A lo sumo, casi al final, cuando Naumann deja de lado la historia de Karina para adentrarse en sus propias reflexiones, el material comienza a transitar las trilladas dudas de los procesos creativos contados por los mismos creadores.

Más allá de eso, y como demostró en Emily, el gestor de esta compleja maquinaria sabe plantear situaciones dramáticas, sabe decodificarlas y sabe hacerlas vibrar en espacios no convencionales. Y más allá de algunos desajustes y el poco (o casi nulo) aprovechamiento de la escuela en sí misma, la suma de extrañamientos que pone en juego en Una obra útil tiene algunos momentos mágicos en los cuales la vida misma de Karina, el salón de fiestas despoblado del colegio, los extras deambulando por ahí al servicio de la figura casi tiránica del director, la cámara que sale a recorrer la cuadra siguiendo a dos personas, el azar mismo, el aquí y el ahora conforman una atmósfera con peso propio.

Para agendar

Una obra útil, de Gerardo Naumann.
Escuela Juan Crisóstomo Lafinur, Gorriti 5740. Los sábados, a las 21. Entrada: 25 pesos.

Alejandro Cruz

Fuente: La Nación

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