viernes, 13 de noviembre de 2009

Una obra literaria como fuente de inspiración

El Paraíso , en un sólido trabajo de puesta

El Paraíso
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Obra escrita y dirigida por Alfredo Martín. Con Majo Pérez Colman, Pedro Jerez, Marcelo Bucossi, Julia Funari, Rubén Di Bello y Fernando Lozano. Escenografía de Alejandro Alonso. Iluminación: Varinia Anzorena. Vestuario: Ana Revello. Música: Gustavo Twardy. Asistente de dirección: Paula Ettedgui. En el Teatro Andamio 90, Paraná 660. Los viernes a las 22,30 horas. Duración: 65 minutos.

Nuestra opinión:

Aunque escribió tres textos para la escena, La boda , Yvonne, princesa de Borgoña y Opereta , el polaco Witold Gombrowicz -muy ligado a la Argentina por su residencia en el país durante 24 años, en los que se transformó en una verdadera leyenda literaria- trascendió como escritor mucho más por su obra novelística ( Ferdydurke , Cosmos , Transatlántico y su famoso Diario (1953-1969) que por su aporte al teatro. En el área de la cuentística publicó en Polonia un libro temprano, Memorias del período de la inmadurez , de 1933, que fue reeditado en la Argentina con el agregado de tres nuevos relatos y otro nombre: Bacacay.

En uno de los cuentos de este libro, "Virginidad", se inspiró la obra que sirve de base a este espectáculo. El autor y director Alfredo Martín aprovechó el consistente material simbólico que ofrece la historia original para montar un trabajo de sugestivo interés teatral. La virginidad de una joven, convertida por su familia en un verdadero ideal de incontaminación, le sirve a este artista para metaforizar sobre el delirio de un mundo encerrado en sí mismo, refractario a las metabolizaciones de lo distinto.

Pieza que podría representar en su alegoría las múltiples repelencias que en el presente provoca la presencia de la otredad, también refleja las tensiones de la Argentina histórica, la de hoy y la de siempre. Al hablar de la pureza de un fruto que se seca por su negativa a dejarse fertilizar por el afuera, Gombrowicz aludía a la inmadurez, a ese estigma de realidad inacabada, mutilada en una de sus partes que mostraban y aún muestran las sociedades contemporáneas.

En el plano de la puesta y la marcación de actores, Martín trabajó en un registro que subraya lo paródico y se desliza por una línea de absurdo casi ionesquiano, que es el que mejor se adapta al espíritu del cuento de Gombrowicz. Ese registro permite una lectura más distanciada de los conceptos en juego. Cuenta para hacerlo con un elenco de actores que siguen sus indicaciones con mucha soltura y buenas composiciones. El marco escenográfico en el que desarrollan las situaciones está muy logrado. Cada objeto ha sido colocado cuidadosamente en el lugar adecuado y tiene una significación ligada a un orden preciso, que es el de la obsesión de un universo que no quiere cambiar.

Alberto Catena
Fuente: La Nación

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