lunes, 2 de noviembre de 2009

Una obra experimental para los chicos grandes

Arriesgada propuesta basada en un cuento clásico

Por Ruth Mehl

El rey desvisto . Basado en El traje nuevo del emperador, de H. C. Andersen, e inspirado en los trabajos del artista plástico santafesino Mario Gallo. Bailarines y manipuladores: Valentina Gallo, Jerfan Poque y Clara Chardin. Arte: Stella Maris Santiago. Realización: Carlos Junco. Vestuario: Laura Ortuondo. Iluminación: Lamberto Arévalo. Sonido: Martín Waisbrot y Gabriela Singer. Texto: Mario Gallo y Hernesto Mussano. Dirección general: Hernesto Mussano. En El excéntrico de la 18.
Nuestra opinión: regular

Es meritoria la intención de buscar lenguajes diferentes para incorporar al teatro y para comunicarse con los niños. La dificultad en eso es que, al poner el trabajo en escena, convertirlo en función y convocar a un público, la comunicación debe concretarse, y para ello es necesario que la creación, la originalidad y la intención se disciplinen y acepten ciertos límites, que son inevitables para darle a ese otro que es el espectador un espacio donde pueda conocer la intención del creador.

El cuento de Andersen es admirablemente lógico en su absurdo. Por algo ha sobrevivido. Está colmado de ironías, juegos y matices que dan lugar a la reflexión y al humor. Se trata de un relato que de verdad desviste al político, al funcionario, al ignorante obsecuente, al ambicioso, desnuda la confusión de valores del ser humano, subraya la temible inocencia franca de un niño, e incluso le quita a la masa popular su pátina heroica, al mostrar con qué rapidez pueden cambiar la percepción de la realidad y su adhesión a una determinada figura de poder.

El espectáculo está planteado como la posibilidad de observar con un microscopio gigante las idas y vueltas de ciertas hormigas, dibujadas con una concepción plástica que recuerda pictografías muy antiguas. Al mismo tiempo se desarrolla una acción musical y coreográfica interpretada por tres bailarines en ritmo de rap.

Lamentablemente, la música aturde y no permite escuchar los textos cuando éstos llegan, no se percibe una relación con lo que muestra la pantalla, de modo que todo queda en el nivel de efectos.

Se puede adivinar, en la sucesión de imágenes que una hormiga es el Rey, que otro personaje con apariencia de pez podría ser el ministro, que hay un conflicto, que el rey discute con su espejo. Quienes conocen el cuento pueden adivinarlo en algunos momentos, pero es dudoso que quienes no lo conocen puedan encontrarse con un argumento. Es una idea interesante, que ha sido trabajada con recursos interesantes y con cuidado técnico, pero a la que le falta una cierta modulación hacia los sentimientos: sería difícil percibir algún momento emotivo, cómico, poético o bello.

Asimismo, es una lástima que el poderoso sentido social expresivo del rap no se haya aprovechado realmente.

Fuente: La Nación

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