sábado, 21 de noviembre de 2009

Una bárbara en tierra griega

MEDEA

La clásica tragedia de Eurípides se presenta en el Teatro San Martín, bajo la dirección de Pompeyo Audivert y la actuación de Cristina Banegas y Daniel Fanego. La historia de una mujer marginal y su necesidad de venganza.

Por Mercedes Mendez

Es un espacio despojado -que no informa sobre el lugar ni la época de los acontecimientos- una esclava anuncia la llegada de una tragedia. Una mujer ha sido traicionada por su marido y aunque ahora llore y se lamente sin levantar la vista del suelo, nos avisa que su alma es violenta y que este profundo dolor que la tiene inmóvil, como una piedra que penetró la tierra, se transformará en venganza. Ya puso a los dioses como testigos.

Medea, la obra que escribió Eurípides en el año 431 antes de Cristo, se representa 25 siglos después en el Teatro San Martín. Así de vigentes son los problemas de la humanidad que, a casi tres meses de su estreno en Buenos Aires, la versión que dirige Pompeyo Audivert se presenta a sala llena, con un público que desborda en aplausos para acompañar los desbordes que durante la obra tuvieron Medea y sus enemigos.

Medea es encarnada por Cristina Banegas, quien aparece entre las telas de su vestido rojo para demostrar que esta mujer no será una víctima. Ella demuestra que en su cuerpo repercute la perversión de sus acciones, se desmaya y se vuelve a levantar, tiembla cuando está sola pero se muestra fuerte ante sus enemigos, llora y se arrastra por el piso cuando toma conciencia de sus contradicciones, pero convierte esas lágrimas en odio y gritos cuando alguien se atreve a juzgarla.

En esta versión de Medea todo está puesto en las actuaciones: no hacen falta objetos ni escenografía cuando los actores pueden mantener la crudeza de los personajes griegos, que gritan sus desgracias y despedazan sus almas de una forma tan desgarradora que no queda otra opción más que hacerse cargo de lo que sucede en el escenario.

Es importante el lugar que en obra tienen el Corifeo y el Coro. Aunque en Eurípides hay una disminución del papel del coro, en esta versión de Medea ocupan un lugar central, como integrantes activos de las acciones: el coro sostiene a los personajes cuando ya no soportan más el dolor y cuando las fuerzas se oponen, se ubican en el medio de la línea de fuego, como si quisieran evitar que esta tragedia se desencadene. Analía Couceyro, como el Corifeo, da cuenta con su interpretación del carácter animal de los hechos. También se destaca Omar Fantini -el mensajero- quien avisa las desgracias con tal nivel de desesperación que logra, con su actuación, elevar la fuerza retórica del texto de Eurípides.

La visión teatral de Pompeyo Audivert se nota en las metáforas que hay en escena, en las acciones irónicas de los personajes y en la uso que hace al final del cuerpo de los hijos de Medea, como un carro con el que ella podría escapar de su destino.

Para terminar de entregarse a la locura de esta historia nos queda Jasón, el esposo de Medea y quien origina esta tragedia. Desde su entrada, Daniel Fanego anticipa que sus pasos por este escenario no pasarán desapercibidos. Su cuerpo se transforma a medida que se desarrollan los acontecimientos. El Corifeo le avisa a Jasón: "Aún ignoras los excesos de tu desgracia" y lo único que nos queda es su cara roja de ira, los ojos desorbitados y la boca abierta hasta despedazarse, como si no fuera capaz de asimilar la venganza de Medea.

Ficha. Medea, de Eurípides. Versión de Cristina Banegas y Lucila Pagliai. Dirección: Pompeyo Audivert. Miércoles a sábados a las 21. Domingos a las 20. Teatro San Martín.

Fuente: La Razón

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