martes, 3 de noviembre de 2009

Triángulo y desamor del otro lado del río

Triángulo de Colonia. Florencia Raggi, Antonio Birabent y Julieta Cardinali son los protagonistas de Tres deseos. “Colonia es el cuarto”, dicen sobre la ciudad donde filmaron.

RAGGI, BIRABENT Y CARDINALI HABLAN DEL FILM TRES DESEOS

Los tres actores hablan de esta ópera prima sobre un matrimonio con crisis doble: la de los 40 y la del amor. Miedos, dificultades y placeres de gente común.

Por Fernanda Nicolin

Ahora que Antonio Birabent y Florencia Raggi son ellos mismos, que ya están afuera de los personajes que interpretan en Tres deseos– ópera prima de Vivian Imar y Marcelo Trotta–, parecen la pareja perfecta: se hacen chistes, se elogian, se escuchan. Todo lo contrario a lo que sucede en ese matrimonio de ficción que decide festejar los 40 de ella en Colonia pero que, en vez de celebrar, comprueba que algo está por terminar, si es que ya no terminó. En el medio, él se reencontrará con un antiguo amor que se acaba de separar –Julieta Cardinali– y que lo sacudirá de su apatía.

Pero si hubiera que resumir, a primera vista, uno de los temas centrales del film en una línea un poco obvia pero inevitable, ésta sería “la crisis de los 40”. Algo que, en principio, a Raggi le generó resistencia: “Al momento de filmar yo tenía 35 y me decía: ‘¿Por qué cuarenta?, que tenga menos’. Pero después empecé a indagar qué era la crisis de los 40 y me di cuenta de que era por lo que yo estaba pasando” (risas).

–¿Y qué te estaba pasando?

Raggi: –Me daba cuenta del paso tiempo, de que algo que estaba floreciendo dejó de hacerlo. El espejo da el primer indicio, pero también te lleva a preguntarte ¿qué hice hasta ahora? ¿Qué voy a hacer de ahora en más? Igual el personaje no está triste porque se le cayó el culo sino porque se dio cuenta de que no tiene toda la vida por delante.

–¿En el hombre cómo se manifiesta la crisis?

Birabent: –La película, antes que las dificultades en la pareja, cuenta lo difícil que es ser feliz. Para interpretar a este personaje pensé en esa dificultad de sonreír a la mañana, de sobrellevar tu vida cuando está ligada a la de otra persona, alguien que te potencia o te la hace mucho más difícil.

–El film transita situaciones por las que la mayoría de las personas pasa, ¿no les daba miedo caer en el lugar común?

B.: –Para mí la gran dificultad es que no es una película extrema, no aparecen cuerpos decapitados ni ellas trabajan de prostitutas, y esa normalidad es muy difícil; es un desafío darles vida a los personajes para contar un mundo personal.

R.: –Nosotros estamos muy verdaderos, lo que se dice trae un bagaje y un contenido interesantes. Además, la belleza visual hace que te banques los silencios y las miradas.

–Colonia es como un set natural, aislado de todo, ¿influyó en el trabajo de ustedes?

B.: –A mí me ayudó muchísimo estar lejos del monstruo porteño y cerca de esta ciudad casi fantasmal, anacrónica. ¡No había que correr extras porque no había extras! Ah, una vez apareció un uruguayo allá al fondo con un termo...

R.: –Acá no hubiera sido igual, para algo tan íntimo.

–Es un guión concentrado en los actores. ¿Eso genera presión o placer?

R.: –A mí me dio bastante vértigo, lo leí en mi casa de Uruguay y me encantó, pero también me pregunté ¿quién lo cuenta, de qué manera y cómo lo actuamos?

–¿Y te gustaste?

R.: –¡Sí!

–Qué bueno una actriz que diga que sí.

B.: –Sí, ¡qué bueno!

R.: –Me pone contenta porque yo sé que vengo trabajando desde hace mucho tiempo con mucho esfuerzo y en un punto me merezco el hecho de tener bastante trabajo. Pero es sólo un mimo, todavía no conseguí nada.

–Vos que sos tan selectivo, ¿por qué esta vez dijiste que sí?

R.: –Porque iba a actuar conmigo (risas).

B.: –Sí, claro!... Generalmente no tengo dudas: o sé que no lo quiero hacer o sé que no me lo quiero perder. Pero mucho de lo que quiero hacer no me lo proponen. Y acá me entregué: después de los primeros dos encuentros sentí que había una plataforma contundente para hacer la película, eso fue clave. Trabajamos con un espíritu de cuerpo socialista, parecíamos La Internacional. (Mira a Florencia) Escuchar decir que te gusta verte como actriz para mí es bárbaro porque vos trabajás con una sensación de esfuerzo tan alto, que verte liberada es buenísimo.

R.: –¡Gracias!

–¿Y qué hay de la Raggi cantante?

R.: (Risas) –Cuando vi que tenía que cantar en una escena dije guauuu. No soy ni cantante ni bailarina, pero siempre me hacen hacer algo de eso. Y lo hice: como tener los derechos de édith Piaf es imposible, compusimos la canción con Nico (Repetto, su marido). Él le puso la música y yo la letra en francés. Pero quiero aclarar: ¡no soy cantante! Eso se lo dejamos a Antonio.

Cardinali: “Me deprimen los hombres machistas”

El triángulo de Tres deseos se cierra con Julieta Cardinali. Pero no como una tercera en discordia –no se trata de un trío amoroso– sino como una aparición que va a poner en cuestión todo aquello que el matrimonio Raggi-Birabent no se atreve a nombrar. Como una Julie Delpie en Antes del anochecer, que camina por una ciudad casi irreal preguntándose sobre el sentido del amor después del fracaso. “Me encanta mi personaje, pero me pasó que, al leer el guión, me identificaba con los tres. ¡Si me hubiera tocado el de Antonio lo habría hecho con todo gusto! Me pareció muy real todo lo que les pasa. En un punto el amor es un lugar común y por eso a la peli le fue bien en el festival de Kiev, o en Italia.

–Pero lo que es conocido por todos también es un riesgo al interpretarlo, ¿no?

–Sí, me parece que es más dificil contar algo con tanta sensibilidad y cotidiano que contar algo mucho más extremo donde la imaginación va hacia otro lugar.

–Todo lo contrario a tu papel en la película de Fito (De quién es el portaligas), ¿no?

–Sí, es otro estilo de película. Igual la de Fito también exigía un alto grado de concentración, porque mi personaje era tan border que si me distraía se me podía ir para cualquier lado en un segundo, en un gesto podía quedar una mamarrachada. Necesitaba concentrarme para contener al muñeco. Y en ésta, la concentración iba por el lado de la intimidad, de la melancolía...

–Y de cierta mirada femenina.

–Me parece que hay una mirada inteligente sobre las relaciones, porque si no sería una mirada machista y ahí no sería inteligente (risas). La esposa no es una pesada, al contrario, es hermosa, le pasan un montón de cosas y se banca a este tipo que se queja de todo. A mí me encanta leer poesía escrita por mujeres y no soy feminista sólo porque no me da el piné, pero estoy a favor del feminismo. Me deprimen los hombres machistas. Por eso me da mucho placer presentar esta película.

–Me encanta tu peinado.

–¿Viste qué lindo? Se lo vi a Kirsten Dunst en una revista y le pedi a mi peluquero que me hiciera lo mismo. ¿Esto que dije entró?

Fuente: Crítica

1 comentario:

Unknown dijo...

vi la peli yb me encanto!!
Me podrias decir Flor, quien es tu peluqiero??' Mil gracias!!! mis rulos indomables y yo agradecidos!!1