martes, 10 de noviembre de 2009

"No se puede vivir en un mundo sin equidad"

Adriana Varela

Una voz incondundible como su pensamiento, hacen de ella una artista singular. Varios presidentes aman verla cantar. Como los pueblos, que adoran su decir.

Por Jorge Belaunzarán

- ¿Tiene un buen feeling con los presidentes?

-Parece que si. A Fidel por ejemplo le mando los discos cada vez que saco alguno. Porque yo también elijo a quién mandarle. Y al comandante le mando siempre porque soy muy amiga de la hija del Che, y entonces le mando un disco a ella y un disco al padrino que es Fidel. Tengo como una carta astral donde yo estoy enfrentada con el poder en verdad, y el trabajo mío, si te puedo decir algo que no sea místico, decía que era no pelearse con el poder. De chiquita tenía siempre esa cosa de pelear con mi vieja, y con el poder, y de adulta pude, no siempre, pero pude como tomarlo de una manera menos adolescente. Canté para Chávez y me pareció maravilloso, es muy divertido el Hugo Chávez. Me he negado con mucha gente también, que sé que le gusta el tango, que le gusta Adriana Varela, que andá a saber lo que le moviliza. A esta altura ya saben todos quién soy y por qué lado camino.

-Todos los que suben a cantar a un escenario dicen que la sensación de poder que se siente es inmensa, ¿es tentador usarlo para otra cosa de lo que lo produce?

-Te quieren, soy representativa, soy una porteña típica, qué sé yo.

Adriana Varela tiene el poder de la voz, pero mucho más el de la interpretación: su decir, incluso en una entrevista, es distinto. Tiene que ver con el énfasis, aunque no es término preciso: lo suyo viene de la historia, de la historia de un país tanguero, como si en su voz confluyeran y se combinaran de una manera original y representativa de época, sentimientos, pasiones, frustraciones y sueños de un colectivo. Seguramente sea más sencillo y entendible decirlo como lo dice ella: tiene la vibra de hoy.

La vibra del tango de los 30 es la vibra de la mugre. La vibra de hoy es más difícil. No quiero ser acotada como música, porque a mi la verdad después de esta herida casi narcisista del rock finalmente uno es hija del rock and roll), que pierde esas cosas progre o marginal, te deja huérfana.

Y por otro lado también te hace ir por otros wines. Yo fui al tango para buscar cosas que tuvieran que ver con mi región y también el tango me llevo como música propia a conectarme espontáneamente con las músicas propias de cada aldea. Empecé como a escuchar mas fado, más flamenco, más lo que era originario de cada lugar. Menos global. Entonces el rock pasó a ser como la apertura que tenía de pre-púber, de explosión orgánica y de calentura, a crecer desde otro lugar. Y bueno, acá se corto algo y tenés que buscar otra cosa. No fue intelectual el razonamiento, fue una compulsión. De encontrarme con Camarón de la Isla, de encontrarme con mucha gente muy grosa. Después lo conocí a Serrat, que yo estaba enamorada, perdida cuando era pendeja, lo que nos pasaba a nosotras a nuestra edad era tremendo. Y cuando él me llama a mi casa y me dice que es Serrat, yo lo mandé a la mierda, pensé que era una joda. Y después con Sabina me pasa lo mismo, con Caetano me pasa lo mismo, cosas muy fuertes; es muy fuerte la gente que vos idealizaste tanto de golpe te llame como si fueras casi un par, hay que tener como mucha calma. Por eso suerte que me agarró de veterana que esa Adriana existe, no es que se acabó. Me fui de tema, pero como vibra está la aldea, vibra desde el lugar que tiene que vibrar, que es el lugar original. Y a mí me conduce mucho a lo afro todo lo que sea la verdadera música, me conduce mucho a lo primitivo, a la negritud. Tengo una vibración actual de la mugre, en el sentido de lo que se escondió, lo que metiste debajo de la alfombra. ¿A ver qué no me querés mostrar? Eso me gusta. Yo en los noventa me metí ahí, justamente en los noventa, cuando había un vació tremendo de identidad. Y la verdad que era muy difícil. Pensaban que estaba reloca, y bueno, sí, estaba loca. Creo que era una locura mansa. Ahí mi propia crisis de identidad me llevó a la identidad social.

-Con ese criterio elige su repertorio?

-¡Claro! Los tangos de mi repertorio están no porque me los muestran, yo los busco. No son tangos muy cantados. Por otro lado tengo un lugar en el mundo, llevo el tango a lugares más populares como grandes teatros y no tanto boliches. Entonces hay una responsabilidad grande. Y también hay una ida y vuelta, y por eso me llaman. Y también hay una curiosidad en mí, que es con la misma con la que vibra el público. Eso es una cosa mágica; un hecho artístico compartido muy mágico. Es bilateral, es re aquelarre.

-¿Y las versiones nuevas que va a presentar en el ND Ateneo?

-No son tangos, son rock. Quiero homenajear a los tangueros que han hecho tangos a la manera del rock. ¿Entendés lo que quiero decir? Porque son mis pares. Mis padres o mis abuelos son los tangueros, y mis pares son esos que voy a versionar. Tengo ganas de hacer un disco con esto, pero todavía no. Lo voy hacer el año que viene. Quiero hacer un disco convocando a los tangueros a arreglar los temas de estos rockeros, quiero que Leopoldo (Federico) arregle un tema del Indio (Solari) y (Rodolfo) Mederos uno de Luis (Spinetta). Quiero hacer este homenaje a la gente que con la que crecí. Son tangos de muchos de los rocks nacionales. El tema es que conceptual y rítmicamente, y también por una cuestión donde nacieron. A veces es difícil por el tema de lo rítmico darle la cuestión del dos por cuatro, por eso tengo que elegir muy bien los temas. Porque muero por hacer algunos temas de Andrés (Calamaro) pero no me dan. No me da la rítmica. Pero lo voy a encontrar.

-¿Se puede saber algún tema que ya haya elegido?

-En este momento voy a cantar Pétalos de sal (Fïto Páez) que lo tengo atragantado, tengo ganas de cantar Tumbas de la gloria, porque lo quiero mucho. De Luis cantaría todas. Laura va es un tangazo, por ejemplo, de Almendra; Barro tal vez me gusta mucho, no importa que lo hizo La Negra. Me ganó de mano, como siempre, pero es así es como debe ser.

-En algún momento citó a Leonardo Favio para decir que “si Argentina exportara mermelada de boludos” se llenaría de plata...

-Cuando uno dice boludos, igual que Favio, nos estamos refiriendo a una franja de la clase media que en realidad son unos hijos de puta. Creo que el boludo esconde en su aparente ingenuidad una cosa de no compromiso y de cagarse en el otro, que en realidad lo convierte en un boludo peligroso.

-Por eso quería preguntarle si permanentemente piensa en cómo manejarse para que los boludos no le peguen el palazo.

-Cuándo los veo, los veo en televisión; qué querés que te diga, no tenés que caminar por la calle, solamente la calle no está llena de boludos, pero en a calle no hay sólo boludos. En cambio prendés la televisión y está llena de boludos. No estoy hablando de la televisión ya como medio intelectualmente, estoy hablando de gente que vive en una nube de pedo, y en una nube de pedo arengada por el establishment, y que lo que no entienden, y esto me parece lo más boludo, porque tiene mucho que ver con lo real, es que el boomerang existe, flaco. Que vuelve, vuelve. No se puede vivir en un mundo sin equidad, porque no podés estar bien, flaco; no podés ver tanta locura. Y no te hablo de injusticia, ni de que mientras haya seres humanos va haber injusticia, te hablo de que tanta locura no se puede. Soy muy controladora de lo tana que soy: el nene está bien, la nena está bien, mi vieja está bien, mi hermano está bien, todo bien, me duermo tranquila. Pero a veces pienso en todo lo que pasa y te digo: el tarro te explota. Y todo lo que va venir. Por supuesto soy una esperanzada, pensando que la gente va salir a la calle a decir paren al pelota con estos temas de la vacuna y toda esa mierda. Ya en Europa están en el horno con la vacuna que quieren dar contra la gripe A. Bueno estoy muy conectada con esa cosa de la búsqueda debajo de la alfombra, más allá de la música. Lo que pasa es que hay que tirar a los pobres del planeta, somos muchos, hay una marginalidad peligrosa para el poder; porque obviamente hay una cosa muy loca entre la droga, el poder de la droga, los giles que la consumen, los pibes que ya están muertos y toda una cosa muy profunda respecto a la racial. Entonces yo sigo inquieta con estas cosas, sigo buscando, no solamente desde la música, porque esa es la mugre que decía, simbólica o metafóricamente.

-Otra pregunta a raíz de los boludos: ¿por qué cree que hay tantos en un país tan tanguero?

-Ja. Yo conocí a varios grosos, lamentablemente no conocí a (Homero) Manzi, que es el number one. Pero conocí a (Enrique) Cadícamo, al Polaco (Goyeneche), que eran grosísimos. Vivieron la época del Buenos Aires bohemio. Y la bohemia no era solo una consecuencia del alcohol, la bohemia era una postura filosófica, era lo creativo, el despojo, era no pensar en la mosca. La bohemia no es una nube. Claro, eran tipos muy heavy metal, en el sentido que la curtían. Pero no te hablo de droga, de alcohol, curtían la vida. Yo hago una diferencia entre la melancolía y la nostalgia. La nostalgia es bárbara, un dolorcito en flor, pero la melancolía es una flor de dolorcito, es una cosa muy patológica. Creo que en realidad el tanguero, no los tangueros a los que vos te referís, se quedan en una cosa de fantasía, que es no asumir de donde vienen. Esta herencia de inmigrantes que todos tenemos, y que tenemos más en Buenos Aires, nos hace creer algo muy peligroso, que no es asumir de dónde venimos, que no es Europa. Entonces esta melancolía de los boludos es la que paraliza, es la que en realidad no permite asumir que el pasaporte tuyo y el de uno de Catamarca es el mismo.

Fuente: asterisco

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