jueves, 26 de noviembre de 2009

Los mágicos ecos del grito y la escucha

Obras. “A grande troca” de Nicolas Floc´h (sup.), “Postales” de Ana Gallardo (inf. izq.) y “Samba...” de Luiz de Abreu (inf. der.).

La 7ª Bienal del Mercosur cerrará el domingo en Porto Alegre, Brasil

Judith Savloff

El objetivo es acercarse a los procesos creativos de 300 artistas provenientes de todo el mundo, treinta de nuestro país. Los curadores son una compatriota y un chileno, elegidos por primera vez por concurso. El Estado argentino sólo aportó seis pasajes.

Tiene razón la curadora Victoria Noorthoorn cuando dice que la séptima edición de la Bienal del Mercosur que se realiza en Porto Alegre está llena de “milagros”. Mejor dicho, de deseos, supuestamente imposibles, concretados. No sólo porque allí el artista francés Nicolas Floc’h y los habitantes de tres barrios, crearon con materiales reciclados piezas que representan sus anhelos o necesidades colectivas, entre ellos, una cancha de fútbol, un teclado o la camioneta de madera que se ve en la foto que acompaña esta nota. Ni porque las realizaron con la esperanza de intercambiarlas por objetos reales iguales a los que representan. Y tampoco porque al menos 67 de 77 obras ya fueron cambiadas, muchas por el Museo de Arte de Lima (MALI).

Esta Bienal, que abrió el 16 de octubre y termina el domingo, se planificó con 14 millones de reales aportados por Brasil y, crisis internacional mediante, se realizó, con la mitad del presupuesto. Y pese a que hubo que reducir la duración de 90 a 45 días –entre otros cambios–, incluye más de 300 artistas, treinta argentinos. “Se pudo hacer y sin alterar la calidad”, agrega Noorthoorn en diálogo telefónico con Crítica de la Argentina.

Hay más. La propuesta de curaduría general de Noorthoorn y el chileno Camilo Yáñez se impuso entre 67 de todo el mundo mediante concurso, un mecanismo inédito. Y además de Noorthoorn, trabajaron otros dos curadores de nuestro país: Marina De Caro en el Proyecto Pedagógico -un pilar de este evento, que empezó en escuelas de cinco ciudades y ya incluye veinte- y Roberto Jacoby, de la muestra Proyectables.

Sin embargo, según fuentes de la Bienal, el estado argentino sólo aportó seis pasajes.

El título de la Bienal es “El grito y la escucha”, que equivale, según Noorthoorn y Yáñez, a “acción y reflexión”.

“Quisimos acercarnos al público desbaratando los prejuicios alrededor del artista loco y el arte como entretenimiento leve. Pusimos el acento en el proceso creativo, para mostrar al artista como investigador y generador de formas de comunicación y de conocimiento. Por eso, también convocamos a artistas a pensar en las propuestas”, agregó Noorthoorn. “El artista toma riesgos todo el tiempo y quisimos incorporar esa metodología, la del proceso creativo, en la estructuración de la Bienal. Basarnos en el desarrollo y en las poéticas en lugar de discursos académicos o institucionales”.

Se armaron siete exposiciones, acciones y charlas en museos, depósitos portuarios, escuelas, medios y, por supuesto, la calle. Una muestra de dibujos, curada por Noorthoorn, en el Museo de Arte de Rio Grande do Su (MARGS), con abstracciones de León Ferrari o la hace rato proyectada Torre Eiffel de baguettes de Marta Minujín. Nubes de colores (de la también brasileña Camila Sposati) postales basadas en chicas desaparecidas en redes de tráfico de personas (de la argentina Ana Gallardo) o el video de una performance del brasileño Luiz de Abreu bailando casi desnudo, con la bandera brasileña como cola de pavo real.

Erik Beltrán de México y Bernardo Ortiz de Colombia trabajaron en la “Curaduría editorial”, que incluye un logo que muta y difusión en publicaciones y en espacios televisivos, sin previo aviso, entre las tandas de publicidad. “RadioVisual: excitadora de frecuencias”, concebida por el brasileño Arturo Lescher, difunde cada noche por una FM local breves obras del experimentador del movimiento Fluxus, John Cage, o una historia de amor de la tía Rosita, de Gallardo, entre propuestas de otros 138 creadores.

Cuando esta Bienal del Mercosur termine quedarán más que recuerdos de sorpresas visuales y sonoras, más que capacitaciones, más que reflexiones privadas, más que nuevos nombres repiqueteando como emblemas de un arte latinoamericano que supera los clichés.

Fuente: Crítica

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