lunes, 16 de noviembre de 2009

Los 7 films que justifican un Festival

Yuki & Nina

TÍTULOS PARA BUSCAR EN INTERNET PORQUE DIFÍCILMENTE SE ESTRENEN


La mayoría de las películas no se distribuye en el país y lo más probable es que ni vuelvan a verse. Los más intrépidos pueden buscarlas en internet.Es así: lo mejor de cualquier festival de cine son las películas. Y a menos que alguien dé la voz de alarma, no vuelven a verse. Por ejemplo:

Yuki & Nina: de Nobuhiro Suwa e Hyppolite Girardot. Una genialidad bellísima. Una nena, hija de japonesa y francés, habitante de París, enfrenta el divorcio de los padres y su inminente mudanza a Japón. Pero no quiere abandonar a su mejor amiga, también hija de divorciados. Uno se conmueve con dos nenas jugando y la repentina aparición de lo fantástico en imágenes casi hipnóticas. Film perfecto.

36 vues du Pic Saint-Loup: de Jacques Rivette. Un diletante italiano (Sergio Castellito, un gigante) sigue a un circo muy raro, atendido por una mujer alterada por un accidente del pasado (Jane Birkin). No hay películas así en ninguna parte: amores adultos, pregunta por el sentido del arte, nostalgia sin remordimientos. Y Rivette mezclando artificio puro con registro casi documental.

El tiempo que queda: de Elia Suleiman. Mezcla una observación política precisa y certera con nostalgia y el humor a lo Jacques Tati. El resultado es un equilibrado retrato de Palestina y la ocupación israelí hoy que no desdeña la dureza pero tampoco carga las tintas más que en la idea de que todo el conflicto es absurdo.

Irène: de Alain Cavalier. Ese gran cineasta que hizo Thèrese filma aquí, con fotos, melancolía y humor, el recuerdo de su esposa, fallecida décadas atrás en un accidente. Es una película de esas que causan un nudo en la garganta y que permiten ver cuál es el límite del dolor en la vida de cada uno. Y es muy bella, además: uno siempre quiere saber algo más.

Mother: de Bong Joon-ho. Es así: en un pueblo acusan de un crimen a un muchacho casi deficiente mental. Su madre está segura de su inocencia y, como no le queda mucha alternativa, se pone a investigar para salvar al joven. Joon-ho parece tener el secreto de cómo usar los géneros para decir cosas interesantes sobre el mundo sin perder el hilo de la historia. Brillante.

For the Love of Movies: The Story of American Film Criticism: de Gerald Peary. Lo que se dice buena, no es. Más bien es el típico documental de gente que habla a cámara, ilustrado con imágenes de archivo y esas cosas.Pero tiene la particularidad de, involuntariamente, romper el lugar común de que en Estados Unidos no hay pensamiento inteligente. Aquí gente como Pauline Kael lo demuestra. Y es divertida, qué caramba.

Ricky: de François Ozon. Al principio parece una película realista, de esas que dicen lo mal que anda el mundo, a un bebé le salen alas. Sin metáfora ni alegoría, la cosa se pone extrañísima, tierna y cómica al mismo tiempo. Si de algo habla es de la fuerza de la imaginación, reivindicada con todas las letras en un crescendo fantástico increíble. En las antípodas de Tobi.

Fuente: Crítica

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