martes, 24 de noviembre de 2009

Experimento escénico sin potencia propia

Un recorrido fallido por el mundo adulto e infantil

Desierto aire,
de Bea Odoriz y Jorge Sánchez. Con Lizzi Argüelles, Carla Baglivo, Vanesa Cardella, Horacio Marassi, Thiago Mora Maltz, Eli Niglia, Rubén Panunzio, Serena Russo, Alejandro Vizzotti y coro de niños. Iluminación: Alejandro Le Roux. Diseño de vestuario: Erika Trenque. Diseño sonoro: Gonzalo Domínguez. Música original: Manuel Toyos. Dirección de coros: Manuel Toyos. Dirección: Jorge Sánchez. El Camarín de las Musas. Duración: 60 minutos.

Nuestra opinión: Regular

Desde hace unos diez años, el director, actor y dramaturgo Jorge Sánchez viene presentando varios trabajos de peso. En su momento se radicó en España, donde fundó su propio grupo. Pero volvió. Y volvió con todo, ya que en este momento tiene tres montajes que lo involucran. De los tres, Desierto en el aire parece ser el más suyo. O, dicho de otro modo, en él se hizo cargo tanto de la dirección como de la dramaturgia (trabajo que comparte con Bea Odoriz).

"Más que una obra de teatro es un experimento escénico", advierte en la información de prensa sobre la propuesta que está mostrando en El Camarín de las Musas. En ese experimento pone en escena a un coro de once chicos, que dan la patada inicial al trabajo y que lo cierran, y a un grupo de cuatro actrices y tres actores. En la interacción de estos grupos aparecen varios elementos en juego. Por lo pronto, la tensión, lindante con la violencia física, en ellas, y el desborde de dudas y palabrerío, en ellos.

Caos en escena

Nada parece conducir a nada y el caos se apropia del trabajo. En contraposición con ese universo del adulto, los niños (benditos/malditos niños que siempre se roban las miradas) establecen sus lógicas, sus movimientos, sus consignas, como si el exponer ese contrapunto fuera, y quizá lo sea, el propósito final.

Claro que el caos que plantea la obra no llega a transformarse en un hecho escénico potente, no construye una poética propia, no supera cierto límite de representar al caos por el mismo caos. Aturde, tal vez, sin que ese aturdimiento se convierta en un signo de valor propio.

Desierto en el aire reúne a un amplio equipo de trabajo que ya ha demostrado con creces sus talentos. Pero pareciera que, en este caso, el experimento escénico no supera ese difuso y vital estadio sin que haya decantado.

Alejandro Cruz

Fuente: La Nación

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