sábado, 7 de noviembre de 2009

El vértigo amoroso de estos tiempos tan modernos

LA PIEZA TRANSCURRE EN LA CASA DE LEOPOLDO, UN VENDEDOR DE SEGUROS.

Crítica Gotas que caen sobre rocas calientes Intensidad y ritmo, un texto ácido y mucha desenvoltura en Sofía Gala Castiglione.

Por: María Ana Rago

Cuatro personajes para una comedia negra. Una historia llena de aspectos cotidianos, pero también de irracionalidades. Una puesta que logra generar expectativas al comienzo y que sostiene una dinámica interesante durante gran parte de su desarrollo. De eso se trata Gotas que caen sobre rocas calientes, de Rainer W. Fassbinder, que se presenta en el teatro del Nudo, con adaptación y dirección de Matías Marmorato.

Fran (Juan Pablo Mirabelli) tiene 20 años y una novia, Ana (Sofía Gala Castiglione), con la que proyectan formar una familia. Pero el muchacho, que no está del todo seguro con respecto a su sexualidad, conoce a Leopoldo (Daniel Toppino), homosexual de 50 años, vendedor de seguros, que tiene una ex, Vera (Virginia Garófalo), que es travesti. Y sus planes cambian.

Toda la pieza transcurre en la casa de Leopoldo. A la vista de los espectadores, el living, con un sillón, un bar, un perchero y una pista de autitos de carrera. "Ana debe estar preocupada. Se va a enojar", dice Fran a su anfitrión, apenas llegan al lugar y manifestando querer salir pronto de allí. Sin embargo, sin que pase demasiado tiempo, olvida esa preocupación y se convierte en pareja de Leopoldo. Pero la convivencia no es fácil. El carácter dominante, obsesivo y opresor de Leopoldo fastidia a Fran, quien lo amenaza con irse. De todos modos, el joven intenta satisfacer las enérgicas demandas de su pareja.

Cuando ya llevan seis meses juntos, aparecen en la escena Ana y Vera. Y entonces reinan el disparate, los cruces de parejas y un desenlace sorpresivo después 70 minutos de función.

Sofía Gala se expresa con la desenvoltura y la frescura que la caracterizan y aporta momentos de humor logrados con mucha sutileza. Se destaca también en el elenco Daniel Toppino.

Gotas que caen sobre rocas calientes: una puesta que merece algunos ajustes, pero que, más allá de esos detalles, alcanza un buen resultado.

Fuente: Clarín

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