lunes, 16 de noviembre de 2009

El paso de Divididos dejó la humedad de un pogo colonial

Microestadio de atenas

En algo más de 2 horas, el trío repasó gran parte de su discografía

De a miles, se contaban en la noche del sábado, los "santos en remera", tal como le gusta llamar a los Divididos a sus seguidores. En las afueras del Microestadio de Atenas, sumergidos entre el humo de los patys y chorizos o adentro entre banderas y remeras cortando el viento; así se los vio a los fieles acompañantes del trío (alguna vez de Hurlingham) en La Plata.

"Buenas noches", dijo Ricardo Mollo a las 22.32 y antes de sumergirse en la introducción de "Cajita musical", que se continuó con "Elefantes en Europa" y el funky furioso "Salir a asustar". Poco le importó a los que colmaban el piso del estadio los problemas de sonido que sufrió la banda en esas tres canciones y que comenzó a enderezarse con dos verdaderos clásicos "El 38" y "Sábado" (las dos primeras canciones de aquel gran disco que fue Acariciando lo áspero).

"Norberto, Norberto, Norberto", imploró Mollo señalando el cielo imaginario para agregar: "En cualquier momento va a haber que ir para allá, porque parece que se está armando una grosa". Esa frase fue la introducción para el primer homenaje de la noche, dedicado a Noberto "Pappo" Napolitano con la canción "Sucio y desprolijo". Sin ofrecer ningún tipo de tregua a los presentes, los músicos se embarcaron en una zapada que comenzó con tempo de blues, pasó por el rock y antes de salir con ese ritmo negro generado en Estados Unidos, se regodeó en el punk.

El rockanrol de "Rasputín" (gema de La era de la boludez), dueño de la frase "tenemo las bolas bien llenas, las nuestras" que grita Diego Arnedo, le dio paso a "Hombres en U", canción que formará parte del nuevo y esperado trabajo discográfico del trío, que saldrá a la calle en 2010. "En marzo del año que viene, va a ser un disco pisciano o ariano", aclaró el guitarrista y cantante antes de atender a Roberto Pettinato.

El paso del tiempo parece no pasar para el tándem Mollo-Arnedo, que suena tan ajustado como poderoso, revalidando en cada show el título de "aplanadora del rock". Catriel Ciavarella, desde la batería, conforma junto al "Cóndor" Arnedo una base demoledora y para muestra sirvió la performance del final cuando Mollo ya había arrancado las cuerdas de su guitarra.

El show contó con un mini set más tranquilo, en el que los músicos se permitieron sentarse para tocar "Spaghetti del rock", "Par mil" y "Vientito de Tucumán", dedicado a la "Negra" Mercedes Sosa, que "nos mira y nos escucha".

Ese respiro que marcaron esas tres canciones se cortó abruptamente con una versión infernal de "Voodoo Chile", aquel gran tema de Jimi Hendrix y en el que Mollo demuestra toda su versatilidad como instrumentista.

A "Salir a comprar" se le pegó una versión "Que tal", que derivó en “La rubia tarada” cantada por todo Atenas.

"Paisano de Hurlingham"; "Sobrio a las piñas"; "Cielito lindo" (con un pogo que nada tiene que envidiarle al picotero "Ji ji ji"), antecedieron a "Tengo" aquel hit de Sandro, "que ha hecho mucho por el rock, en serio", remarcó Mollo y esas palabras se transformaron en aplauso.

"Nos vamos", aclaró el cantante. Y la despedida se tradujeron en tres canciones: "Crua Chan" (Sumo), Paraguay y una enfermiza versión de "Ala Delta".

Durante algo más de dos horas, Divididos sacudió a La Plata y por momentos pareció tener serias intenciones de querer dinamitar el renovado Microestadio de Atenas. Un puñado de minutos faltaban para la 1 AM cuando se encendieron las luces y esos miles de "santos en remera", con sus torsos transpirados comenzaron a caminar por la avenida 13 rumbo a la Plaza Moreno. Como buenos feligreses lo hicieron en silencio, extenuados, pero felices de haber asistido a una verdadera ceremonia de rock.

La banda transita el sendero del rock con suficiencia, un camino que ejecuta y conoce a la perfección. Quizás algún oído más pretensioso desee verlos recorrer alguna ruta alternativa. El próximo disco "pisciano o ariano" servirá para mostrarnos que decidieron Ricardo Mollo y Diego Arnedo.

Fuente: Diagonales

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