martes, 24 de noviembre de 2009

El mayor exponente del muralismo mexicano

A 52 años de la muerte de Diego Rivera

Considerado como el máximo representante de la Escuela Mural Mexicana, Diego Rivera realizó una obra monumental y nunca abandonó sus ideas políticas ligadas al comunismo, que volcó en sus pinturas, murales, grabados y en toda su producción artística.

Este año se convirtió en el artista latinoamericano más cotizado, cuando Sotheby’s de Nueva York vendió la obra Niña con rebozo en 794.500 dólares. Nacido un 8 de diciembre de 1886 y fallecido un 24 de noviembre de 1957, el muralista mexicano Diego Rivera dejó un legado difícil de superar. El mundo aún hoy lamenta su pérdida, después de verlo brillar en su arte de alto contenido social. Afortunadamente, la arquitectura mexicana, y también algunos edificios extranjeros -San Francisco, Detroit, Nueva York- aún exhiben en sus fachadas sus magníficas creaciones.

Comenzó sus estudios en la Academia de San Carlos de la capital mexicana, donde conoció al célebre paisajista José María Velasco; años después, recibió una pensión para viajar a estudiar a Europa, donde se instruiría durante 15 años. A partir de entonces y hasta mediados 1916 alternó su residencia entre México, Ecuador, Bolivia, Argentina, España y Francia, acercándose a las vanguardias europeas en pleno apogeo. Por esos años, tuvo un hijo con la pintora rusa Angelina Petrovna Belova, que trágicamente murió a la edad de un año. Hacia 1917, influenciado por las pinturas de Paul Cézanne, se introdujo en el Postimpresionismo, logrando captar la atención con sus acabados y vivos colores.

En 1919 tuvo una hija fruto de sus relaciones extramatrimoniales con Marievna Vorobieva-Stebelska, a la que nunca reconocería pero sí sostendría económicamente. Hacia el año 1920, Rivera abandonó el país y emprendió un viaje a Italia, donde comenzó el estudio del arte renacentista. Pero, identificado con los ideales revolucionarios de su patria, Rivera volvió desde tierras italianas a México en 1922, en un momento en que la revolución parecía consolidada.

Junto con David Alfaro Siqueiros se dedicó a estudiar en profundidad el arte maya y azteca, que influirían de forma significativa en su obra posterior. En colaboración con otros destacados artistas mexicanos del momento (como el propio Siqueiros y Orozco), fundó el sindicato de pintores, del que surgiría el movimiento muralista mexicano, de profunda raíz indigenista.

En enero de 1922 comenzó a pintar su primer mural, en el Anfiteatro Simón Bolívar de la escuela Preparatoria Nacional. Pronto se casó con Guadalupe Marín, con quien tuvo dos hijas: Lupe, nacida en 1925, y Ruth, nacida en 1926. Por esa época se convirtió también en el co-fundador de la Unión de Pintores, Escultores y Artistas Gráficos Revolucionarios; al tiempo que se anexó al Partido Comunista Mexicano, uno de los grandes factores influyentes dentro de su pintura.

Tras su divorcio con Guadalupe Marín en 1928, contrajo terceras nupcias con la pintora Frida Kahlo en el año 1929, un amor famoso por los padecimientos que rodearon a su relación. Ese mismo año, fue expulsado del Partido Comunista Mexicano. Hacia 1930, fue invitado a los Estados Unidos para la realización de diversas obras, donde su temática comunista desataría importantes contradicciones, críticas y fricciones con los propietarios, el gobierno y la prensa estadounidense.

Un hito en su vida se dio hacia 1933, cuando el industrial John D. Rockefeller Jr. contrató a Rivera para pintar un mural en el lobby del Rockefeller Center. El edificio, situado en la Quinta Avenida, una de las avenidas más famosas, se posicionaba como uno de los emblemas más importantes del capitalismo. Diego Rivera diseñó, para esta ocasión, el mural denominado El hombre en el cruce de caminos o El hombre controlador del universo. Pero cuando Rivera se encontraba a punto de completarlo, incluyó un retrato de Lenin. La reacción de la prensa y la controversia que suscitó el retrato de Lenin fue inmediata y vocífera. Rockefeller vio el retrato como insulto personal y mandó a cubrir el mural, y más tarde ordenó que fuera destruido.

Rivera regresó a México en 1934, donde pintó el mismo mural en el tercer piso del Palacio de Bellas Artes de México.

Poco después, contratado por Henry Ford, prepara los murales del Detroit Institute of Art, quizás su obra mural de mayor envergadura, en la que exalta los valores de la civilización técnica del siglo XX.

En México dio asilo político a León Trotsky, al tiempo que escribió artículos y dictó conferencias sobre temas candentes del momento. En el apogeo de su fama, sus palabras fueron escuchadas por los políticos de turno, aunque fiel a su estilo turbulento y pasional, para 1940 ya se había distanciado del célebre disidente ruso y se había divorciado de Frida Kahlo, volviéndose a casar con ella a finales de ese año.

En 1955, ante la muerte de Frida Kahlo en junio del año anterior, se casó con Emma Hurtado y viajó a la Unión Soviética para ser intervenido quirúrgicamente. Falleció el 24 de noviembre de 1957 en Coyoacán de un ataque al corazón.

Homenaje de lujo

En octubre pasado, con el lanzamiento de bolígrafos de oro de 18 quilates, un reconocido fabricante de sofisticados artículos de escritura, de la más alta calidad, rindió homenaje al pintor y muralista Diego Rivera.

Se trató de Diego Rivera. Edición limitada México 70, que consistió en plumas de oro macizo y con resina transparente, color anaranjado brillante, recordando el color dominante en las obras del muralista mexicano.

Creada especialmente en el atelier Privé de la marca en Hamburgo, su capuchón de forma cuadrada estuvo inspirado en la estructura arquitectónica de las escaleras del Palacio Nacional, lugar donde se encuentra plasmado uno de los principales murales del artista.

El plumín en oro de 18 quilates se grabó con un retrato del artista. La edición que está disponible únicamente en seleccionadas boutiques del país, con solamente 70 piezas a nivel mundial, como representación de los años de vida del artista guanajuatense.

Fuente: Hoy

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