viernes, 20 de noviembre de 2009

El auge del Teatro Tecnocientífico

Ser, parecer, estar. Los mandatos tecnológicos modernos son pensados en Visible, propuesta sobre las relaciones humanas en plena web 2.0 y el chat.

Sobre tablas

Federico Kukso

Obras multimedia, tecnodanza, representaciones de la vida en la era de las pantallas, guiones que apuntan contra los dogmatismos: en sus infinitas modalidades, el teatro científico-tecnológico se expande en ofertas y convoca a más espectadores como nueva forma para reflexionar sobre temas de los que no se habla. De los vínculos fragmentados en la época de las máquinas a la nueva sensibilidad promulgada por el chat y las redes sociales.

Al principio fueron seis, luego ocho y ahora son diez, catorce y demás rebeldes a los mandatos sociales que atravesaron la ciudad un viernes a la noche, entre lluvia y caos. Y ahora están acá, en la sala Norah Borges, en el Centro Cultural Borges, aunque no se los vea leyendo a ningún Borges. Ellos esperan, vienen a dejarse sorprender por una propuesta extraña que escucharon hablar en alguna fiesta, que leyeron en algúna agenda cultural o cazaron al voleo en una radio: una obra dual llamada Speak 3.0/ 3m2 (tres metros cuadrados) –impro– que, según recuerdan ahora, consiste en algo así como “un programa compartido del ciclo Xperiencias en Escena que trata acerca de diferentes relaciones y reflexiones sobre el cuerpo, el sonido, las visuales y la tecnología”.

Y la puerta se abre, el público se distribuye en las sillas negras y azules y a todos los inunda la oscuridad. En silencio, una mujer vestida de rojo se despereza y aparece, en un cuadrado mínimo de tres metros por tres metros trazado en el suelo. Luego sabrán que se trata de Valeria Pagola (www.vozymov.com.ar), bailarina y cantante, que con cables y micrófonos desperdigados por el suelo se mueve al ritmo de la música de Fabián Kesler. Y grita y se asusta y teme como un hombre prehistórico que adora el fuego.

Y aunque no dice muchas palabras, salvo unos sollozos y vocablos en francés, dice mucho, indirectamente: habla con gestos sobre la fascinación tecnológica cotidiana, sobre los estados mentales “enredados”, la desesperación, la alienación, el dolor de ser, la vida acelerada y epiléptica moderna. Interpretaciones básicas que corren por cuenta exclusivamente del espectador que decodifica en silencio lo que ve, buscándole dar un sentido, una cohesión narrativa, algo que tenga que ver con su vida.

CUERPOS Y PANTALLAS. La performance concluye y el público entra en silencio, desorientado después de los aplausos, masticando aún las contorsiones y los movimientos imposibles de esta mujer que habla, llora, grita y sonríe con su cuerpo. Y sin que los presentes puedan descansar, arranca la segunda propuesta, ahora sí, Speak 3.0 de Alejandra Ceriani, Fabricio Costa Alisedo y Fabián Kesler, según el programa, “una pieza multimedial en tiempo real, donde se parte de una reflexión sobre los procesos de cambio experimentados en la sociedad contemporánea en torno a los fenómenos de comunicación-incomunicación”.

Ella, Alejandra Ceriani (bailarina y coreógrafa y docente graduada en la Universidad de La Plata) está ahí, en el centro de la escena, donde convergen todas las luces, recostada sobre el suelo y vestida con fajas y vendas blancas casi como Milla Jovovich en El quinto elemento.

De repente, abre los brazos y la pantalla reacciona con cada uno de sus movimientos, como aquellas imágenes imposibles que corren al azar por las pantallas de las computadoras al ritmo de la música.

Y entonces, el cuerpo y la tecnología se funden. Es, claramente –aunque no lo dice–, una alusión y crítica a la dualidad mente-cuerpo tan presente en Occidente desde Descartes para acá.

“Hay visiones más holísticas que establecen que no tenemos un cuerpo sino que somos cuerpo y que éste es sujeto de discursos estéticos e ideológicos que mutan históricamente –dice ahora, más descansada, Alejandra Ceriani, con un juego de palabras críptico y característico del mundo de la danza–. Con este enfoque integrativo pretendemos reintegrar el concepto antropocéntrico tradicional y expresar la vinculación cenestésica que se puede establecer entre las interfases tecnológicas y el cuerpo, abriendo espacios de experimentación que lindan la frontera entre lo controlable y lo aleatorio”.

DE ESO SÍ SE HABLA (Y ACTÚA). Pero Speak 3.0 –una “obra multimedial interactiva”, www.speakinteractive.blogspot.com– y 3m2 no son las únicas propuestas en cartel que entrelazan tecnologías y artes escénicas, que buscan empujar y fogonear una reflexión sobre temas que usualmente no se piensan sino que se experimentan ciegamente: el lugar del cuerpo en la era de las máquinas, la dependencia tecnológica, la alienación, el nacimiento de una nueva subjetividad y la fragmentación de las relaciones interpersonales hipermediatizadas como se exhibe en Visible, obra de Ana Laura Suárez Cassino y protagonizada por El Colectivo La Fase en el Espacio Cultural Carlos Gardel.

“Visible tematiza el uso cotidiano de la tecnología –afirma su directora Ana Alvarado–. Visible se inicia, se apaga, se resetea, se cuelga, se reinicia. Fragmentos de la vida de cualquier joven urbano: chateo, celulares, cámaras, búsquedas y buscadores. Objetos obsoletos, descartables o de última generación”.

Con la música de inicio de Windows como banda sonora y el clásico wallpaper de la planicie como telón de fondo, en esta obra de 12 escenas de cinco minutos las pantallas se colman de mandatos modernos: “Ser visto”, “atención: usted está siendo filmado”, “lo efímero no es triste”, “exhibe la piel de tu personalidad”.

Hasta que aparecen los personajes –seres humanos desnudos pero hipertecnologizados, metáfora viva de las múltiples capas de una visibilidad de la cual no se tiene certeza de su realidad– que en sus acciones y en sus silencios hablan sobre la presencia y expansión de las nuevas tecnologías en la vida cotidiana y reflexionan con acidez sobre sus efectos, la velocidad del reemplazo de los artefactos –sinónimo de lo efímero y lo desechable– como fuentes de alimentación extirpadas, coolers, carcasas de monitores, scanners, celulares, teclados, cables.

Como los vínculos humanos, modulados en clave chat, con pop-ups e interrupciones de vendedores de call centers: relaciones y personalidades plug & play, en una época tan 2.0 –signifique lo que signifique– en la que los individuos terminan en el mejor de los casos reducidos a avatares de MSN, íconos y píxeles.

Un estado ontológico que se siente en la piel: ser en la pantalla, ser visible, estar disponible, vivir siempre online.
O no ser.

CIENCIA EN LA FICCIÓN. Aunque distintas, Speak 3.0, 3m2, Visible y muchas más se engloban en una corriente que se le podría insertar el título de “tecnoteatro” o “teatro tecnológico”. Que, en definitiva, no sería otra cosa que una pata más del teatro científico: aquella modalidad o subgénero escénico que desde hace más de 50 años le agrega otra capa más a la divulgación científica.

Si la gráfica –notas periodísticas, libros de divulgación– permite contextualizar y comprender un tema o problema y lo visual –el cine y la televisión– hacen visible lo inteligible y, a la vez, conmueven, el teatro, en cambio, empuja más que nada la reflexión sobre asuntos espinosos como ocurrió en clásicos como Galileo Galilei, de Bertolt Brecht, Los físicos, de Friedrich Dürrenmatt, y El caso Oppenheimer, de Heinar Kipphardt: el rol de los intelectuales en atrocidades como las bombas que devastaron Hiroshima y Nagasaki, los horrores de la razón en los campos de concentración nazi, los dilemas éticos de la genética y la eugenesia, el conflicto entre la voluntad del científico y la voluntad de saber.

Lo resume Ceriani: “Creo que son distintas materialidades. Con la danza, como disciplina que experimenta y trabaja con estos nuevos modos de producción, creación, investigación, podemos hablar básicamente desde el cuerpo, desde el diseño de movimiento, desde las estéticas, desde la interpretación del público, en fin, paradigmas compartidos con la cultura en general”.

Ya sea teatro tecnológico o teatro científico, los enfoques y maneras de correr la cortina sobre lo oculto se amplían. Sin efectos especiales sino plena presencia –la fuerza del aquí y ahora– del cuerpo y de dramas hondos, humanos, trascendentales.

Lo que el químico y dramaturgo estadounidense Carl Djerassi llamó “sciencie-in-fiction” (“ciencia en la ficción”): una fórmula que busca reducir distancias, quiebres y brechas que se abren entre varios mundos en este mundo, el de las tecnociencias, la sociedad y la cultura.

Arriba el telón

SOMOS NUESTROS CEREBROS

Obra de Rosario Bléfari, Susana Pampín, Sergio Strejilevich en la que reflexionan sobre los últimos avances en neurociencias, desde la memoria, afectos, percepciones, emociones, conciencia e inconsciente y sus repercusiones en nuestra identidad. Del dúo Bléfari-Pampín también es la obra ¿Somos nuestros genes?, en la que combinan imágenes y música con reflexiones y exposiciones sobre el origen de la vida, ADN-ARN, las mutaciones y la clonación.

COPENHAGUE

Desde su estreno en Londres, Inglaterra, en 1998, no deja de dar vueltas por el mundo: la obra Copenhague, del dramaturgo Michael Frayn, intenta llenar los vacíos de la historia y se centra en un encuentro enigmático ocurrido en septiembre de 1941, en el que se vieron las caras en la ciudad dinamarquesa que le da nombre el danés Niels Bohr (1885-1962) y el alemán Werner Heisenberg (1901-1976), ambos ganadores del Premio Nobel y ambos arquitectos de la física moderna y demás investigaciones en fisión nuclear y mecánica cuántica que condujeron a la bomba atómica.


EINSTEIN

Era de esperar: Albert Einstein es la figura más fuerte de la ciencia abajo y arriba de los escenarios. Sobre el físico alemán se escribieron y estrenaron obras como Einstein’s Dreams, Einstein: A Stage Portrait, Einstein’s Gift, The Einstein Project, entre tantas otras, que exponen su costado humano aunque también exploran sus dilemas intelectuales y sus posturas políticas. Personalmente, Einstein, del canadiense Gabriel Emanuel, se estrenó en 2006 en el C.C. Borges.

EL ÚLTIMO TANGO DE FERMAT

Musical de Joshua Rosenblum y Joanne Sydney Lessner. Transcurre desde el momento en que Daniel Keane, personaje que representa al matemático Andrew Wiles, anuncia la solución del problema centenario de Pierre de Fermat y es acosado por las dudas y la posibilidad del fracaso público, hasta que triunfalmente lo demuestra. En el ínterin es acosado por el fantasma del propio Fermat y otros atemáticos (Gauss, Pitágoras, Euclides y Newton).

GALILEO

Originalmente conocida como Leben des Galilei (La vida de Galileo), esta obra fue escrita por el alemán Bertolt Brecht –exiliado durante el auge del nazismo– entre 1937 y 1939 y debutó en Zúrich el 9 de septiembre de 1943. Como su nombre lo indica, expone la vida y los dilemas de Galileo, su continua lucha contra los dogmatismos, la tensión entre ciencia y religión. Y lo muestra no como un San Martín científico sino como un hombre cargado de dudas y miedos, un Hamlet florentino.

El lanzamiento de la bomba atómica sobre Japón en 1945 lo empujó a Brecht a acentuar el aspecto de la responsabilidad de científicos e intelectuales. Desde entonces, esta obra es un clásico y contó con varias interpretaciones y relecturas, del teatro clásico al teatro de marionetas.

Fuente: Crítica

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