miércoles, 11 de noviembre de 2009

Del zen al teatro ciego

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"Creo que la práctica del teatro entre los ciegos se extendió por esta necesidad de desmitificar la discapacidad, y a la vez porque es una vía única de comunicarse y trabajar con la cara, las manos, abrirse al mundo", explicó el responsable de la Biblioteca Braille local, Marcelo Calvo, sobre el reciente afán teatrero entre los discapacitados visuales.

Es que en Argentina, el denominado Teatro Ciego surgió en Córdoba en 1991 cuando Ricardo Sued, inspirado en las técnicas de meditación en la oscuridad -practicadas en los templos zen Tibetanos-, decidió realizar una obra de teatro en total oscuridad.

En el año 2001, Gerardo Bentatti, ex miembro de su elenco, fundó el grupo Ojcuro, esta vez conformado en su mayoría por actores no videntes (miembros del grupo de teatro leído de la Biblioteca Argentina para Ciegos) por su habilidad para manejarse en un espacio sin luz.

Un año después, el grupo Ojcuro estrenó La isla desierta de Roberto Arlt en el Teatro Anfitrión, para luego reestrenarlo en las instalaciones de la Fundación Konex, con la dirección de José Menchaca, donde permanecieron en cartel hasta junio de 2008.

Luego de más de mil funciones y siete años ininterrumpidos en cartel, y ante la necesidad de fomentar la creación de nuevos espectáculos y el desarrollo pleno de la técnica de Teatro Ciego, inauguraron el Centro Argentino de Teatro Ciego, en pleno corazón de Abasto, en Capital Federal.

Allí estrenaron A Ciegas con Luz, una nueva obra bajo la misma técnica de Teatro Ciego.

En este centro, además, se dan talleres de danza y teatro, donde se buscan desarrollar ambas disciplinas con la técnica de Teatro Ciego, y también se presentan coros a oscuras.

Esta usina de creación cultural, con la inclusión social como eje, recibió el premio ACE por su acción solidaria y eficaz contra los prejuicios.

Fuente: Hoy

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