jueves, 12 de noviembre de 2009

China Zorrilla y Boy Olmi: una cuestión de confianza

Él la eligió para un papel secundario, pero importante, en "Sangre del Pacífico", su opera prima, que se estrena mañana. Y ella, a los 87 años, dice que se entregó como una principiante.
Por: Marina Zucchi

A cuatro meses de cumplir 88 años, podrá moverse con lentitud, pero no por eso deja de moverse un segundo. Una carrera contra el tiempo que incluye la obstinación de subir a las tablas de Ushuaia a La Quiaca en un constante peregrinar con El diario privado de Adán y Eva. Es que el postulado de China Zorrilla hoy es "Cuando no puedas correr, trota, y en su defecto camina, pero nunca te detengas". Mañana se estrenará Sangre del Pacífico, opera prima de Boy Olmi, en la que la infatigable uruguaya participó, y ella explica con simpleza tanta adicción: "Es como si fuera un payaso. No sé bien qué voy a decir, pero me pongo la galera y salgo a actuar. Sino, es como si me faltase la respiración".

Fuente: Clarín

Puertas adentro del departamento de la calle Uruguay, la anfitriona y Olmi celebran con pan y queso el filme. Rodaja va, rodaja viene, China demuestra que no perdió las mañas: dispara grageas improvisadas para destornillar a sus comensales, manejando tonos y pausas. Cuenta, por ejemplo, que se robó "estas servilletitas paquetas" de una fiesta días atrás, o que hace meses un "objeto no identificado" pasó fugaz por su balcón del primer piso. ¿Ovnis? No. Nada menos que "el cuerpo de una mujer que voló del séptimo y fue amortiguando el golpe en cada toldo". Silencio dramático y remate efectivo: "No se apenen. No murió. Tenía siete vidas".

No importa si exagera o no, la cuentacuentos sabe cómo ser la médula de una reunión. A 38 años de su debut en cine -Un guapo del 900, de Lautaro Murúa- encarna ahora a una "oligarca" que a través del trato con su mucama deja al descubierto el "sistema de esclavitud del siglo XXI". Una China chispeante que puede parecerse a la de Esperando la carroza, con la diferencia de estar narrando un drama. "Ella tiene un conocimiento muy agudo de todas las clases sociales, pero en este caso retrata con ironía y crudeza esa insensibilidad de esa clase que trata a la gente de servicio como si perteneciera a un mundo inferior", explica el hombre que venía soñando con ser cineasta desde hace dos décadas.

"Uno de los postulados de la película es la injusticia de ver a mujeres que tienen que dejar a sus hijos y familia en países y provincias lejanas para venir a cuidar familias ajenas. Eso tiene algo de injusticia. Vivir con otra familia renunciando a la propia", agrega Olmi, que siente orgullo de esa escena lograda por Zorrilla en que su personaje "despierta a la mucama a las tres de la mañana para pedirle con total impunidad un caldito".

China, ¿qué opina de los actores que dirigen cine? ¿Corren o no con ventaja?

China: Le tengo mucho miedo a los que dirigen por primera vez a un actor, pero a él le tuve fe. Lo más importante para un actor es tenerle confianza al director. Porque todo está supeditado a que él elija una toma mía y no otra. Cuando coincidís, estás de novia ya con él. El tiempo en que dura una película, la actriz y el director corren el peligro de enamorarse.

Boy: Y así fue. Tuvimos romancete de filmación... No es fácil toparse con actores de esta talla y a la vez docilidad para entregarse como una principiante. Fue bueno haber sido depositario de tanta confianza.

¿La confianza tuvo que ver con trabajos anteriores? ¿Cuántas veces se cruzaron laboralmente?
Boy: La historia se remonta a mis abuelos, que me llevaban al teatro hace más de 40 años. Un día dijeron Te vamos a llevar a conocer a una gran actriz. Y me llevaron a ver los monólogos que ella hacía en el teatro Del Globo. Quedé subyugado por esa mujer. Todavía no sabía que iba a ser actor. Poco tiempo después la levanté por la calle.

¿Cómo fue eso?

Boy: Paré un taxi y la vi a lo lejos también con intención de parar un taxi. Entonces me acerqué y le dije ¿Te puedo llevar? Aceptó y la llevé hasta su casa. Comencé una amistad que se profundizó cuando (Manuel) Antín nos llamó para hacer La invitación, donde ella hacía de mi abuela, en 1981. Después nos reencontramos en casa de Carlos Perciavalle en Punta del Este, un paraíso terrenal. Compartíamos charlas alrededor de la chimenea y pan de nuez. Ahora comprobé en el montaje de la película que cuando ella aparece en la pantalla ilumina de tal forma que genera una sensación de placer verla interpretar.

¿Qué ideas previas al rodaje intercambiaron acerca de retratar el perverso sistema al que se ve sometido parte del servicio doméstico?

China: Es que las cosas que vamos haciendo tienen de bueno y de malo que no nos damos cuenta de que las hacemos. Y el oligarca no se da cuenta de que lo es. Así que nos largamos a recrearlo nomás.

Boy: Una persona se empieza a transformar en oligarca cuando empieza a creerse más de lo que es. Y esa insconciencia está en el personaje. Pero más que del tema de la intolerancia de clases no hablamos, porque China tiene un particular método diferente a otros actores. En su inteligencia como actriz está no analizar tanto antes, sino largarse a hacerlo.

China, ¿se pone más selecta con los años cuando recibe propuestas actorales?

China: Al contrario. Como me fascina el hecho de actuar, de no ser yo por unas meses, no analizo mucho los libro. Lo hago y ya. Es como si fuera un payaso, no sé bien qué voy a decir, pero me pongo la galera y salgo a actuar sin pensar. Además, un actor puede embellecer un texto malo. Un actor multiplica por cien.

¿Es cierto que el uruguayo protagonista, Delfi Galbiati, ganó el rol por recomendación suya?

China: Sí. Yo estuve enamorada de ese actor años atrás...

Boy: Después de recorrer muchas partes del mundo en busca de un actor con fineza y gallardía de Quijote le pregunté a ella si conocía a un actor de esas características. Me dijo Andá a ver a Delfi a Montevideo. Me subí al barco con mi cámara de video y fui al Teatro Solís a verlo en El león ciego. Me conmovió, un actor formado a la vieja usanza, con 40 años en la comedia de allá.

¿Boy, la considerás una película ambiciosa a la vez que arriesgada? Se nota tal libertad de experimentación que parece que no hubieras reparado en el riesgo...

Boy: Creo que el miedo es el gran enemigo para lograr algo atrevido uno tiene que animarse a equivocarse. Yo quería una película personal y eso implica riesgo. No me interesaba filmar especulando sobre cómo otros han hechos las cosas y cómo a otros les ha ido bien. Quería apostar a mi manera de contar. Eso implica una suerte de salto sin red. De arrojarse al vacío y confiar que abajo hay un océano. Amo el surrealimo y en la película está muy presente: no hay freno ni censura para enlazar una cosa con otra.

El filme deja de ser el tema recurrente y en la sobremesa vuelve a ser la uruguaya la líder del encuentro. No acepta que nadie la maquille, se vale por sí misma milimétrica en el delineado de labios, dispara versos en ruso y hasta canta un tema que dice haber escrito ella y hoy la representa: "Viví tu vida hoy, ya que el futuro es un enigma más. Enamorada de la vida.. No hay tiempo que perder, lo único seguro es hoy...". ¿De dónde saldrá tanta fuerza? "Yo no puedo dejar de hacer, no sólo porque me gusta, sino porque además de eso vive otra gente. Mientras esté lúcida, no voy a poder dejar de trabajar. Sino es como si me faltase la respiración. Pero hasta para los grandes respiradores hay un momento peligroso: cansarse".

A usted no se la ve cansada. ¿O sí?

China: Más o menos. De lo que le gusta, uno no se cansa. Pero me doy cuenta de que cuando me traen guiones ahora digo Qué largo, cuánto papel, cuánto ensayo. Ya estoy un poco fatigada...

Boy: Tenés derecho a cansarte. Te esforzás demasiado en las giras. Tu temor, me parece, es a aflojar demasiado un día.Aunque me contaron que ahora que hacés con Carlos (Perciavalle) teatro por el país, viajás como una rock star, en un micro acondicionado recorriendo el camino. Sos como una Mick Jagger de ¿Cómo voy a dejar de hacer teatro en el interior si muchos van con una rascada, bailan un pericón, cuentan un chiste verde y se van? Qué tiene que ver el teatro con eso? Pobre gente! Y allá voy yo.

Fuente: Clarín

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