martes, 24 de noviembre de 2009

Cecilia Bartoli: delirio en París

23 de noviembre de 2009.- Los mitómanos la esperaban detrás de una barrera de seguridad. Hacía frío, llovía y era de noche, pero aguardaron una hora hasta que Cecilia Bartoli abandonó el Teatro de los Campos Elíseos. Cualquier otra diva se hubiera escapado en un coche de cristales tintados. La mezzo italiana, en cambio, se expuso a una pulmonía y estuvo firmando autógrafos en la calle, haciéndose fotografías, intercambiando opiniones con los tifosi parisinos.

Reviste interés la anécdota en cuanto describe la implicación y la generosidad de la mezzo italiana. Exactamente como sucedió en el memorable recital. Allí donde las figuras de la ópera administran la voz como usureros, la Bartoli se entrega y se desboca. Sabe hipnotizar al público con las artes de la comunicación, y consigue que los habituales carraspeos y toses se disipen de la platea en beneficio del silencio absoluto o de la devoción, que no está claro.

Así es que los espectadores desaguan y desalojan la contención en cuanto finalizan las arias. Atruenan entonces los bravos y se abandona la compostura. Sin distinción entre los ingenuos y gigantes profesionales. Por ejemplo, el pianista Evgeny Kissin, cuyo entusiasmo en la primera fila de la 'corbeille' parisina contradecía anoche su fama de autista o de misántropo.

Doy fe de la conmoción porque lo tuve delante. Hubiera preferido encontrármelo sobre la tarima y con el piano. No porque necesitara la Bartoli un acompañante, sino porque las generosa cabeza y melena del prodigio moscovita se convirtió en un eclipse para quienes disponíamos de una entrada a sus espaldas. Fuimos indulgentes con él. Por su talentazo de pianista y por la generosidad con que aplaudía y aclamaba a Cecilia Bartoli.

Se encuentra de tourné la diva romana a propósito de las arias de castrati. Ya mencionamos en un post anterior el interés y la oportunidad del disco ('Sacrificium'), pero las sensaciones del 'directo' se antojan aún superiores. Tanto por la comunión que oficia la Bartoli como por su sentido del espectáculo. Sabe manejar la pirotecnia cuando hace falta y estremecernos sin el menor aspaviento cuando es necesario. No se aprecia en el cd su presencia y dominio escénicos. Tampoco puede valorarse en el disco los recursos del exuberante vestuario ni la relación privilegiada que obtiene con los espectadores en cuanto aparece.

Naturalmente sin corromper la música ni ponerse sobre la cabeza un sombrero de mariachi. Bartoli desglosó y exhumó anoche un repertorio que se consideraba perdido. Reivindicó el barroco napolitano y sus mentores. Hizo de la musicología un acontecimiento de vigor contemporáneo. Y acertó al reunirse con las huestes del Giardino Armonico.

Italia ha tardado bastantes años en sumarse a la corriente de los instrumentos originales, pero se ha convertido ahora en una de las referencias absolutas. Lo demuestran los casos de Alessandrini, Fabio Biondi, Dantone. Y lo confirma Giovanni Antonini, cuyo liderazgo al frente del Giardino aporta al matrimonio con la Bartoli la paleta cromática, la retórica y la teatralidad donde adquieren contexto las piruetas y los delirios de la sublime cantante romana.

Llega a España en diciembre con su fondo de armario y sus castrati. El día 10 recala en el Palau de Barcelona, el 12 lo hace en Madrid y el 14 actúa en Murcia. Ustedes verán.

Fuente: El Mundo

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