miércoles, 4 de noviembre de 2009

Arte, erotismo y marketing

Por Alicia De Arteaga
De la Redacción de LA NACION

Una feliz coincidencia hizo posible que estuviera en Madrid el día de la apertura de la muestra Lágrimas de Eros , en el Thyssen ( www.museothyssen.org ), consagrada a glosar con imágenes la relación entre el arte y el erotismo. Voyeurismo, fetichismo, morbo -hétero y homo-, sadomasoquismo y bondage en un viaje por las obras de grandes maestros, desde Rodin, Courbet, Magritte, Rousseau y Corot hasta Warhol, Louise Bourgeois, Avedon y Taylor Wood, reunidas en las salas de paredes color carne de melón. La selección es de amplio espectro y no se priva de nada. Desde la serpiente enroscada en el bello cuerpo de Rachel Weisz hasta el metrosexual del fútbol, el británico David Beckham, dormido cual ángel rubio, con barba de cinco días y arito de brillante.

Fuente: La Nación
Madrid está tapizada de carteles que promocionan la muestra, curada por Guillermo Solana, director del Thyssen. No hace falta decir que el éxito está asegurado. La mujer en las olas , vacilante retrato de Courbet, está a metros del San Sebastián trémulo y yaciente, en el mármol esculpido por Bernini, y anticipa la mirada con lágrimas de cristal en icónica fotografía de Man Ray. Por si hiciera falta, el visitante puede terminar la visita en el shopping y llevarse a casa una caja de preservativos intervenidos por artistas, muy bonitos por cierto.

Solana dice que pensó en Eros a partir de una crisis personal y que cree que la idea "va a comprometer a un público más amplio". No lo dudamos. El tema del sexo entreverado con ataduras, cabelleras, serpientes y lágrimas garantiza un voltaje hot que contribuye a capturar visitantes entre una audiencia más vasta que la que suele frecuentar las salas de los museos. La invitación callejera, una gigantografía suspendida de la fachada sobre el Paseo del Prado, es la foto de una niña-mujer de Rineke Dijkstra, inconfundible por la mirada frontal y huérfana de la retratada.

Lo mejor, a mi juicio, está al final del recorrido y son los videos de Bill Viola. Nadie ha logrado como este maestro del videoarte eternizar el gesto, recuperar la emoción, hacer visible el sentimiento, demorar la entrega. Su cámara ralentizada registra un abrazo interminable bajo la borrasca de una ola indómita. Abrazo que sella el encuentro entre los amantes. Él la atrae y su brazo fuerte ciñe en cámara lenta la cintura estrecha; los cuerpos mojados se funden y la imagen es pasión, ternura, abismo, bendición y belleza. Arte en estado puro.

© LA NACION

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