viernes, 13 de noviembre de 2009

Arte en los jardines

Continuidad en los parques

Una serie de propuestas estéticas para los amantes de las flores y la vegetación se exhiben en La Plata y Capital Federal

Desde pequeños nos enseñaron que son imprescindibles para mantenernos vivos, permitiendo la combustión del aire que provee de oxígeno a los pulmones del ser humano. Sin embargo, los árboles y las plantas también tienen otras tantas propiedades. Entre ellas, elevar las fibras del alma como una verdadera pieza artística. Todo depende del estilo del paisajista que los organice estéticamente.

La combinatoria de colores y tamaños de plantas es un arte propiamente dicho, y tanto Capital Federal como La Plata se hicieron eco este mes de los alcances de la disciplina estética que utiliza los recursos florísticos de la naturaleza. Es que ambas ciudades tienen una impronta fuertemente arbórea: en las dos se pueden encontrar jacarandás, tipas, tilos, naranjos, lapachos y palos borrachos a lo largo de calles, avenidas y parques.

Muchos lo denominan paisajismo, pero la especialidad de organizar artísticamente espacios verdes también trasciende ese academicismo y se puede encontrar en diversas disciplinas no formales del arte, como las figuras con flores y hasta el ikebana (ver cuadro “De tradición japonesa”).

En La Plata, esta semana varios artistas platenses realizaron obras con flores por el aniversario de la ciudad. En homenaje a sus 127 años, los designios ya se pueden observar en las intersecciones de 12 y 54; 7 y 50 y en Cantilo y Jorge Bell. En tanto, también se colocaron en las calles 13 y 48, 137 y 60, y 7 y 72.

Las obras que se presentaron son En lo profundo y Flamenco tejedor de Víctor Sochanowicz; Flora y naturaleza humana de Pedro Milani; y Calas de Santiago Magliano.

Más allá de las flores, el que se ocupó de los jardines de Buenos Aires y continúa vigente es Carlos Thays. El paisajista francés es célebre en Capital Federal por su exquisita obra, dentro de la cual se destacan la creación de la mayoría de los parques, desde el Botánico hasta los bosques de Palermo.

Un siglo atrás, Thays diseñó el 80% de los espacios verdes que hoy son identitarios de los barrios: el parque Tres de Febrero; las Barrancas, en Belgrano; el Parque Centenario; la ahora enrejada plaza Colón, detrás de la Casa Rosada; el parque Lezama, en San Telmo; y el eje Plaza de Mayo y de los Dos Congresos, avenida de Mayo incluida. Su genio le permitió embellecer con jardines hasta la frialdad de edificios públicos, hospitales y regimientos. Y hasta el 6 de diciembre se podrá ver en el Centro Cultural Recoleta una muestra que aborda su vida y la huella indeleble de Thays en Buenos Aires.

Muchos lo llaman el “gran transformador” de la ciudad, por su dominio para diseñar un jardín, pero también dibujar planos y manejar la acuarela, siendo botánico, jardinero, horticultor y además ambientalista.

En la exposición pueden verse fotos, maquetas, planos, acuarelas, mobiliario urbano y objetos personales que dan cuenta de la historia de este francés que soñó una ciudad permanentemente florida.

Cabe recordar que Carlos Thays llegó a la Argentina con 40 años y ya se notaba que todas sus obras iban a ser casi fundacionales.

Su primer gran trabajo lo hizo en Córdoba: en lo que todavía era un territorio virgen plasmó una obra ícono de aquella ciudad, el parque Sarmiento.

Dos años después, ya había instalado en Buenos Aires como director de Parques y Paseos Públicos -un puesto que obtuvo por concurso público-, comenzó a darle forma al sueño de dotar a la ciudad de espacios públicos de calidad.

Thays consideraba que los parques no tenían por qué ser exclusivos de las clases altas.

De tradición japonesa

El ikebana es el arte floral japonés. Proviene de una antigua tradición que tenían los budistas chinos de hacer ofrendas florales a Buda. Fue durante el siglo VI en el que los misioneros chinos que se fueron a Japón dieron a conocer este arte. A partir de entonces y hasta el siglo XV el ikebana mantuvo su condición de ofrenda divina, llegó un momento en el que perdió sus connotaciones religiosas.

Se basa en la armonía de una simple construcción lineal y la inclusión de flores o elementos que ofrece la propia naturaleza, como flores, hojas, cereales, hierbas, ramas, semillas, frutas, vegetales etc... Dichos materiales podían ser vivos, secos o artificiales.

Otro aspecto importante dentro del ikebana es el diseño. Las partes más importantes del diseño son el color, la forma, la textura y la línea. El color y la forma vienen dadas por la propia naturaleza del elemento escogido, aunque con la creación de las escuelas modernas, dicha naturaleza podía modificarse. La textura venía determinada por la superficie de los materiales usados y la línea era expresada por la ramas que tenía dicha composición. Todos estos detalles eran imprescindible para hacer una buena obra de ikebana

Fuente: Hoy

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